domingo, 4 de diciembre de 2011

Crónica de un sábado chilango

 Tal vez sea porque el metro anaranjado es el transporte más chilango que se me ocurre, sea la razón por la que mi crónica no podía empezar en ningún otro sitio.
A las siete cuarenta, y en la estación de Universidad, por suerte no había mucha gente, pero progresivamente comenzó a subir toda la raza; por supuesto no faltó el vendedor ambulante con los discos con todos los éxitos del rock de bar, o algo por el estilo, y hasta subió un señor con barba larga y blanca, que cantó una canción de Chava Flores con su guitarra percudida. Por alguna razón, eso me dio una sensación de que sería un día bastante bueno.
Al llegar al metro Zócalo, nos encontramos con las únicas dos que faltaban, y comenzamos el recorrido. Como era temprano, pasamos a un pequeño café a unas cuadras de ahí, y desayunamos.
Al terminar, nos encaminamos al templo mayor, con algunos ligeros percances pues algunos compañeros no llevaban su credencial.
Al terminar, pasamos a la catedral, tomamos fotos y admiramos los decorados barrocos que embellecían el edificio (además Torres y yo quedamos embobados con el órgano).
Un pequeño descanso enfrente de la catedral (pues no sabíamos que hacer a continuación) y avanzamos hacia el Ayuntamiento, el Palacio de Gobierno y todo lo que estuviera en las inmediaciones del Zócalo.
Con una pequeña confusión con respecto al Parián y el Palacio de Cortés, fuimos avanzando hacia el Palacio de La Santa Inquisición, para luego dar toda la vuelta hasta la calle de la corregidora.
Al parecer, todo había acabado, y aunque sufrimos algunos ataques de estrés y confusión, ése sábado fue un perfecto recorrido chilango.
Creo que no miento si digo que todos disfrutamos ese día, y que por lo menos yo, me sentí orgulloso de mi ciudad, y me gustó pensar que a pesar de algunas aberraciones que la contaminan, es una de las ciudades más hermosas que he visto y vivido.
Acabamos nuestro recorrido cruzando Fransisco I. Madero y yendo al famoso Sanborns de los Azulejos, tal vez solo por tradición, o por el encanto del lugar, concluimos ahí, y en Bellas Artes; El perfecto día histórico y chilango.

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